Artroscopia de rodilla
¿Qué es la rodilla y cuándo necesito una artroscopia de rodilla?
La rodilla es la articulación más grande del cuerpo humano. Es la que nos permite correr, agacharnos y caminar, puesto que absorbe los impactos y hace nuestros movimientos más suaves.
Por esas funciones que nos permite realizar es, precisamente, que las lesiones en la rodilla son frecuentes. La astroscopia es una solución para tratar varias de ellas.
¿Qué es la rodilla?
La rodilla es la articulación más grande y compleja del organismo humano y su estructura está configurada para sostener el peso del cuerpo mientras se corre, se camina o se está en pie, por lo que de be tener una gran estabilidad, especialmente porque los músculos que se insertan en ella son los que facilitan el movimiento (130º entre flexión y extensión, así como una mínima rotación de 14º cuando está en flexión) y desarrollan una gran fuerza.
Son tres los huesos que se unen en la rodilla: el fémur, la tibia y la rótula; por lo que en realidad se trata una articulación compuesta o doble, según se quiera entender. Por una parte, se unen los cóndilos del fémur (las dos protuberancias del fémur que hay en el extremo inferior del hueso) y la tibia y por otra la tróclea (la parte cóncava situada entre los dos cóndilos) del fémur y la parte posterior de la rótula.
¿Qué es una artroscopia de rodilla?
La artroscopia se realiza a través de pequeñas incisiones. Durante el procedimiento, su cirujano ortopédico inserta el artroscopio (un instrumental con una cámara pequeña del tamaño de un lápiz) en la articulación de su rodilla. El artroscopio envía la imagen al monitor de una televisión. En el monitor, su cirujano puede ver las estructuras de la rodilla con gran detalle.
Su cirujano puede usar la artroscopia para sentir, reparar o quitar tejido lesionado. Para hacerlo, se insertan pequeños instrumentos quirúrgicos a través de otras incisiones alrededor de su rodilla.
¿Cuándo necesito una artroscopia de rodilla?
La rodilla está conformada por cuatro huesos importantes: el fémur, la tibia, el peroné y la rótula. Pero también tiene estructuras blandas, como los ligamentos.
Por ejemplo, los ligamentos cruzados son los que nos brindan la estabilidad para poder movernos hacia delante y hacia atrás. Además entre el fémur y la tibia están los meniscos, que son unos amortiguadores naturales.
Cuando alguna de estas estructuras sufre un daño que lo amerite, la artroscopia permite repararlo de manera más precisa.
La artroscopia es una operación mínimamente invasiva en que se hacen dos pequeños agujeros de medio centímetro en la rodilla. A través de uno de ellos se introduce una cámara diminuta conectada a un monitor para poder ver con detalle cuál es la lesión que se encuentra dentro de la rodilla. Por el otro agujero se introducen los instrumentos para realizar la cirugía. Así, se ven las estructuras lesionadas y se reparan con mayor precisión.
Una de las lesiones más frecuentes y que se pueden tratar con este procedimiento son las lesiones de meniscos, como desgarres o roturas, por ejemplo. De hecho, una rotura de menisco puede incluso pasar caminando, con solo que haya una torcedura. Cuando este tipo de lesiones ocurre, los pacientes presentan síntomas como dolor, inflamación y tienen problemas para doblar la rodilla o sienten que se quedó “trabada” en un movimiento.
Otro tipo de lesiones que pueden tratarse por medio de una artroscopia son las que involucran los ligamentos. En ese caso, los síntomas incluyen dolor, inflamación, o la sensación de que la rodilla se “zafa”.